Evita tenía un discurso llano y emocional
Sus discursos, sumamente emocionales y de gran impacto popular, tuvieron la particularidad de tomar las mismas palabras peyorativas con las que la clase alta solía refererirse a los trabajadores, para tornarlas en palabras elogiosas, como hizo con el término "grasitas", diminutivo afectuoso de "grasa", modo sumamente despectivo frecuentemente utilizado para referirse a los sectores populares, incluso en la actualidad. Eva también usaba habitualmente la palabra "descamisados" para dirigirse a los trabajadores, término que se constituyó en un símbolo del peronismo y enfatizaba su propio orígen humilde como forma de solidarizarse con los trabajadores.
El siguiente párrafo, incluido en Mi Mensaje, escrito poco antes de morir, constituye un ejemplo del modo en que Evita se dirigía al pueblo, tanto en sus discursos públicos como por escrito:
Todo lo que se opone al pueblo me indigna hasta los limites extremos de mi rebeldía y de mis odios, pero Dios sabe también que nunca he odiado a nadie por sí mismo, ni he combatido a nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a mis obreros, a mis mujeres, a mis pobres "grasitas" a quienes nadie defendió jamás con más sinceridad que Perón y con más ardor que "Evita". Pero es más grande el amor de Perón por el pueblo que mi amor; porque él, desde su privilegio militar supo encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo todas las cadenas de su casta. Yo, en cambio, nací en el pueblo y sufrí en el pueblo. Tengo carne y alma y sangre del pueblo. No podía hacer otra cosa que entregarme a mi pueblo. Si muriese antes que Perón, quisiera que esta voluntad mía, la última y definitiva de mi vida, sea leída en acto público en la Plaza de Mayo, en la Plaza del 17 de Octubre, ante mis queridos descamisados.
Evita insistía mucho también en criticar abiertamente a la clase alta, a la que denominaba "la oligarquia", debido a la activa posición contra la democracia y promotora de la desigualdad social que ese sector había mantenido, así como al capitalismo y el imperialismo, terminología que coincidía con la que se utilizaba por entonces en el mundo sindical y los partidos de izquierda. Un ejemplo de ello es el siguiente párafo de Mi Mensaje:
Los dirigentes sindicales y las mujeres que son pueblo puro no pueden, no deben entregarse jamás a la oligarquía. Yo no hago cuestión de clases. Yo no auspicio la lucha de clases, pero el dilema nuestro es muy claro: la oligarquía que nos explotó miles de años en el mundo tratará siempre de vencernos.
Finalmente el discurso de Evita abundaba en elogios incondicionales a Perony convocaba a apoyarlo sin reservas. La siguiente frase pronunciada en el acto del 1 de mayo de 1949 es un ejemplo de ello:
Sabemos que estamos ante un hombre excepcional, sabemos que estamos ante el líder de los trabajadores, ante el líder de la Patria misma, porque Perón es la patria y quien no esté con la patria es un traidor.
La investigadora Lucía Gálvez, refiriéndose a sus primeros discursos observa:
Los discursos que le escribía Muñoz Azpiri hablaban, por un lado, del siglo del feminismo victorioso, para caer en seguida en lugares comunes parecidos a los de La razón de mi vida, destinados a exaltar la grandeza de Perón y la pequeñez de su mujer.
El discurso de Evita fue el primero pronunciado desde el poder político por una persona integrante de laclase trabajadora y por una mujer, en la historia argentina. Su contenido tendió abiertamente a reivindicar los valores e intereses de los trabajadores y las mujeres. Por otro lado Evita utilizó un discurso emocional y socialmente muy polarizado, en una época en la que la polarización política y social fue extremadamente alta.
En definitiva, como decía su consejero, el padre Benítez, a Evita hay que juzgarla más por sus actos que por sus palabras: de hecho, consiguió el sufragio femenino y la participación de las mujeres en la política, objetivos perseguidos durante años por los socialistas y feministas
Sus discursos, sumamente emocionales y de gran impacto popular, tuvieron la particularidad de tomar las mismas palabras peyorativas con las que la clase alta solía refererirse a los trabajadores, para tornarlas en palabras elogiosas, como hizo con el término "grasitas", diminutivo afectuoso de "grasa", modo sumamente despectivo frecuentemente utilizado para referirse a los sectores populares, incluso en la actualidad. Eva también usaba habitualmente la palabra "descamisados" para dirigirse a los trabajadores, término que se constituyó en un símbolo del peronismo y enfatizaba su propio orígen humilde como forma de solidarizarse con los trabajadores.
El siguiente párrafo, incluido en Mi Mensaje, escrito poco antes de morir, constituye un ejemplo del modo en que Evita se dirigía al pueblo, tanto en sus discursos públicos como por escrito:
Todo lo que se opone al pueblo me indigna hasta los limites extremos de mi rebeldía y de mis odios, pero Dios sabe también que nunca he odiado a nadie por sí mismo, ni he combatido a nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a mis obreros, a mis mujeres, a mis pobres "grasitas" a quienes nadie defendió jamás con más sinceridad que Perón y con más ardor que "Evita". Pero es más grande el amor de Perón por el pueblo que mi amor; porque él, desde su privilegio militar supo encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo todas las cadenas de su casta. Yo, en cambio, nací en el pueblo y sufrí en el pueblo. Tengo carne y alma y sangre del pueblo. No podía hacer otra cosa que entregarme a mi pueblo. Si muriese antes que Perón, quisiera que esta voluntad mía, la última y definitiva de mi vida, sea leída en acto público en la Plaza de Mayo, en la Plaza del 17 de Octubre, ante mis queridos descamisados.
Evita insistía mucho también en criticar abiertamente a la clase alta, a la que denominaba "la oligarquia", debido a la activa posición contra la democracia y promotora de la desigualdad social que ese sector había mantenido, así como al capitalismo y el imperialismo, terminología que coincidía con la que se utilizaba por entonces en el mundo sindical y los partidos de izquierda. Un ejemplo de ello es el siguiente párafo de Mi Mensaje:
Los dirigentes sindicales y las mujeres que son pueblo puro no pueden, no deben entregarse jamás a la oligarquía. Yo no hago cuestión de clases. Yo no auspicio la lucha de clases, pero el dilema nuestro es muy claro: la oligarquía que nos explotó miles de años en el mundo tratará siempre de vencernos.
Finalmente el discurso de Evita abundaba en elogios incondicionales a Perony convocaba a apoyarlo sin reservas. La siguiente frase pronunciada en el acto del 1 de mayo de 1949 es un ejemplo de ello:
Sabemos que estamos ante un hombre excepcional, sabemos que estamos ante el líder de los trabajadores, ante el líder de la Patria misma, porque Perón es la patria y quien no esté con la patria es un traidor.
La investigadora Lucía Gálvez, refiriéndose a sus primeros discursos observa:
Los discursos que le escribía Muñoz Azpiri hablaban, por un lado, del siglo del feminismo victorioso, para caer en seguida en lugares comunes parecidos a los de La razón de mi vida, destinados a exaltar la grandeza de Perón y la pequeñez de su mujer.
El discurso de Evita fue el primero pronunciado desde el poder político por una persona integrante de laclase trabajadora y por una mujer, en la historia argentina. Su contenido tendió abiertamente a reivindicar los valores e intereses de los trabajadores y las mujeres. Por otro lado Evita utilizó un discurso emocional y socialmente muy polarizado, en una época en la que la polarización política y social fue extremadamente alta.
En definitiva, como decía su consejero, el padre Benítez, a Evita hay que juzgarla más por sus actos que por sus palabras: de hecho, consiguió el sufragio femenino y la participación de las mujeres en la política, objetivos perseguidos durante años por los socialistas y feministas
1 comentario:
Estimada Soledad:
Durante años, hemos vivido y soportado, tratos de disconformidad social en que se vivía en esa época, persecuciones, desaparecimientos, malos tratos que siempre se inclinaron a la sociedad que resurgía en los barrios, en fabricas; mujeres que soportaron esta demagogia que se vivía, siempre rescatando un ideal que hoy se puede observar con la juventud, con vos Soledad y con todos los jóvenes que participan en este nuevo proyecto nacional.
Fuimos los descamisados de Evita y tendremos que luchar por el objetivo que nos emprendió en su lucha de ser una patria y no colonia.
Ochenta y ochos años hubiese cumplido el 7 de mayo la compañera Evita.
No sabemos ni podemos conjeturar, cual hubiese sido el rumbo de nuestra historia reciente; si esa figura fulgurante no se hubiese apagado a los 33 años, en aquel sombrío 26 de julio de 1952; pero si estamos seguros que muchas tragedias se hubiesen evitado, y la injusticia no arrasaría a nuestro pueblo con la furia con la que se adueño en los años posteriores y hasta no hace muy poco tiempo.
Hoy Evita no solamente es un ícono de la cultura universal, sino que sigue siendo para todos los argentinos, sinónimo de compromiso y de justicia social. Si donde hay una necesidad hay que consagrar un derecho, allí siempre estará la memoria rectora de Eva Perón para guiarnos y obligarnos a completar la revolución social y cultural que ella protagonizo junto al General Perón.
Mi generación no alcanzo a conocerla pero levanto su estandarte como bautismo de iniciación política y emblema militante.
Hoy nos toca gobernar, y estamos seguros que en la construcción del proyecto nacional que lidera el presidente Kirchner, estamos honrando de la forma más digna su memoria e ejemplo.
Un fuerte abrazo a la compañera Soledad Martínez y por su intermedio, a todos los jóvenes compañeros de la provincia de Catamarca. Patricia Vaca Narvaja.
Publicar un comentario